¿Cómo estructurar legalmente tu empresa familiar para una mejor gestión y ahorro financiero?

Seleccionar la figura jurídica más adecuada para canalizar una actividad empresarial exige un análisis detallado y estratégico. En el caso de la empresa familiar, esta decisión cobra aún mayor trascendencia, ya que puede incidir directamente en su perdurabilidad y evolución futura. Una estructura jurídica inadecuada o poco adaptada a la naturaleza de la familia y su entorno económico puede poner en riesgo tanto la estabilidad patrimonial como la armonía interna.

El riesgo de mantener una única sociedad operativa

Es común que la empresa familiar se articule a través de una única entidad mercantil, con la participación directa de los miembros familiares. Si bien esta fórmula presenta ventajas iniciales en términos de simplicidad, también acarrea limitaciones significativas:

Vulnerabilidad del patrimonio: no se consigue aislar los activos empresariales de los peligros propios del negocio, dejando bienes inmobiliarios o financieros expuestos a contingencias comerciales.

Dificultades para abrirse a terceros: obstaculiza la entrada de nuevos inversores, quienes se ven obligados a integrarse en una sociedad donde el capital está fragmentado entre familiares con posibles divergencias de criterio o tensiones personales.

Confusión de roles: impide establecer con claridad las esferas de propiedad, dirección y gestión, necesarias para consolidar una gobernanza efectiva, especialmente en procesos de sucesión generacional.

Desventajas fiscales: penaliza al empresario individual en el ámbito tributario, elevando la carga impositiva sobre dividendos y ganancias de capital cuando se destinan a reinversiones.

Desaprovechamiento de incentivos fiscales: la falta de una organización más sofisticada puede impedir el acceso a los beneficios fiscales previstos para grupos empresariales, dificultando la eficiencia patrimonial y la planificación hereditaria.

Estructuras alternativas: la sociedad cabecera

Ante estas limitaciones, muchas familias empresarias optan por un modelo estructural basado en la creación de una sociedad tenedora de participaciones (también conocida como sociedad holding o patrimonial), que concentra el control sobre el conjunto de sociedades operativas. Esta configuración permite separar los distintos activos, funciones y riesgos, y se ajusta con mayor flexibilidad a las particularidades familiares.

Tres dimensiones clave para definir la estructura societaria

Desde la perspectiva del negocio: Una arquitectura societaria adecuada favorece el crecimiento orgánico de las actividades, minimiza la exposición patrimonial frente a eventuales contingencias y mejora la percepción externa de la empresa, lo cual puede facilitar alianzas estratégicas o la atracción de socios externos.

Desde el ángulo del gobierno corporativo: La estructura jurídica también cumple una función de orden interno, al permitir definir reglas claras de convivencia, asignación de responsabilidades y profesionalización. Separar los papeles de propietario, administrador y directivo es esencial para evitar conflictos y fomentar una gestión eficiente y transparente.

Desde el plano tributario: La planificación fiscal a través de una estructura societaria bien diseñada permite acceder a incentivos relevantes en momentos clave:

  • Generación y reparto de utilidades: mediante regímenes especiales de consolidación fiscal o tributación en grupo, se puede optimizar el tratamiento de beneficios y pérdidas, y evitar duplicidades fiscales.
  • Conservación del patrimonio empresarial: una sociedad holding puede facilitar el cumplimiento de requisitos para obtener la exención en el Impuesto sobre el Patrimonio o el de Solidaridad, concentrando los activos bajo una única entidad que simplifique el cumplimiento normativo.
  • Transmisión generacional: las bonificaciones en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones dependen, en gran medida, de la estructura y el grado de profesionalización de la empresa. Contar con una arquitectura societaria adecuada facilita acceder a estos incentivos y permite una sucesión ordenada, ya sea por herencia o por donación.

Conclusiones

En definitiva, la configuración societaria no es un mero aspecto técnico, sino una herramienta estratégica de primer orden para asegurar la continuidad, cohesión y eficiencia de la empresa familiar. Actuar con previsión, revisar periódicamente la estructura adoptada y adaptarse a los cambios legislativos y económicos permitirá a las familias empresarias afrontar el futuro con mayor solidez. Todo ello debe ir acompañado de un seguimiento riguroso de la doctrina administrativa y jurisprudencial, ya que las operaciones de reorganización interna son objeto de un creciente control por parte de la Administración Tributaria.

Escrito por Luis Tomás Romo Casas, CEO, economista y tax consultant en Ponter Abogados

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